A todos mis lectores de este respetado blog, les pido mis sinceras disculpas por la prolongada ausencia de nuevos artículos relacionados con el diario vivir de una persona con Asperger y otras similitudes. En el día de hoy les comentaré el porqué sobreviví o mejor dicho, el porqué estoy terminando una carrera en dónde las matemáticas son el pan de cada día.
Cuenta la historia de aquel marzo del 2009, recién graduado de bachiller en electrónica, en diciembre del 2008; no tenía ni la mas remota idea de como es el entorno universitario, esto ya es evidente como una especie de choque de dos mundos. Literalmente le tenía pavor en primer lugar, a los empleados de aquella universidad localizada a 12 kilometros de un desorganizado pueblo de 400 mil habitantes, y mas adelante a los profesores de aquel primer semestre. Las cosas no pintaban nada bien para ese entonces.
Mis primeros traspies fueron los horarios de levantada y de sueño, aunque también me costaba bastante madrugar debido a los transportes, que por cierto son demorados en un principio, pero actualmente se ha mejorado lentamente. Lo otro fue sucedido con un mar de olvidos y de desorganizaciones en mis deberes como estudiante; hay profesores que se han ganado la fama de ser incompetentes a la hora de dar cátedra, como es mi entonces profesor de álgebra lineal.
La embarré desde un principio... cada semestre o materia desperdiciada es el equivalente de una vida en Mario Bros, al finalizar el primer semestre de ingeniería electrónica resultó como mínimo, tres bajas (madre mía; matemáticas I, álgebra lineal y fundamentos de programación). Semejante disparate académico se repitió pero... salí de matemáticas I y fundamentos de programación pero una nueva baja de álgebra lineal y para colmo, circuitos I. Gracias a estas bajas (los digo con sarcasmo) lo que hice realmente fue tirarme por la borda al menos un semestre para reflexionar, en que fallé realmente lo anterior.
Aclaro, no me equivoqué de carrera ni una cosa similar por el estilo, simplemente como en los lanzamientos de misiles, nunca caerá en el blanco exacto a menos de que tengas un buen cálculo para hacerlo.
A un año de mi posterior diagnóstico absoluto, y con un TDAH visible, regresé con sonidos de trompeta a un nuevo semestre, y vaya lío, a acostumbrar de nuevo los cambios bruscos, pero hoy en día ya los asimilé. Doy gracias a mis actuales compañeros por comprender mi actual situación, y lo mejor de esto, es que tomaron eso como un nuevo reto mas, y a tener mentalidad ganadora.
Os esperaré un nuevo artículo con la segunda parte de este relato, ¡hasta otra!
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